Lee la siguiente alegoría y piensa a qué se refiere:
Cuentan que, hace ya mucho tiempo, el todopoderoso Consejo Asesor de Mandarines de la remota China decretó la creación de un Instituto de Investigación para el estudio integral de los dragones. Entendieron que revelar el origen de la inmensa potencia de fuego de estas criaturas, su extrema fortaleza y superioridad física -tanto en tierra como en el aire- y su astucia mental, podía tener un impacto tecnológico y militar importante. Se abrió una convocatoria internacional de proyectos de investigación a la que se dotó con una generosa financiación. Llegaron investigadores de todos los rincones del mundo, científicos de gran renombre entre los que se incluían Ulisse Aldrovandi, Peter Hogarth, Sir Robert May, Gustav Fechner y Johann Jacob Scheuzcher. Se creó un equipo para investigar los mecanismos biológicos que explicarían las legendarias lenguas de fuego de los dragones, un proceso exotérmico sin par en otras criaturas. Se emprendió una línea de investigación sobre los vínculos filogenéticos con otras criaturas semejantes y también enigmáticamente poderosas, tales como los grifos, basiliscos, pegasos, ángeles y arcángeles. Un equipo de geólogos mapeó la distribución geográfica y demográfica de estos legendarios guardianes de tesoros buscando anomalías significativas de oro y metales preciosos. Esta actividad febril se prolongó durante décadas hasta que un día, en una reunión del consejo, alguien preguntó: "¿Y si los dragones no existen?".
(Extraído de "Arsénico por error", en El País, 23 de octubre de 2011)